Bomberos Merida2007

jueves, 26 de abril de 2007

UNA LABOR DIFÍCIL

La labor de estos hombres y mujeres no es fácil, pues a menudo tienen que hacer que sus clases gusten a gente que busca en el karate un medio de defensa, un medio de mantenimiento físico, un método para relacionarse con nuevos amigos y muchas cosas más, sin permitir que el karate aparezca de forma equivocada y dentro de la disciplina y filosofía de éste. A menudo, todo esto no concuerda del todo con lo que la mayoría busca en este Arte Marcial, pero el profesor tampoco puede traicionarse a sí mismo, ni a su Arte y su labor se hace más difícil.Un profesor ha de ser ante todo un educador, debe ser un almacén de ideas que sepa transmitirlas al alumno. No es necesario, como a menudo se piensa, que sea un gran competidor o que tenga un alto "Dan", esto lo único que le va a producir es una mejor propaganda que llegará más a la gente desconocedora del tema. Lo que debe tener es una gran capacidad para transmitir sus conocimientos, que por supuesto los debe poseer, de manera clara y con la adecuada progresividad, metodología, etc... El profesor ha de demostrar unas cualidades físicas y humanas también, pues el alumno, a veces involuntariamente tiende a imitar al profesor en muchos aspectos. Este los debe conocer bien y descubrir qué es lo que verdaderamente tiene que dar a cada uno dentro del karate. El profesor debe saber mantener un ambiente agradable en clase que permita al alumno estar relajado y a gusto, pero esto dentro de la disciplina que un arte como éste tiene y debe tener.El hecho de tener en los mismos grupos a alumnos interesados en el karate como competición, deporte, gimnasia, arte, filosofía..., así como principiantes, adelantados y superiores, hace la misión del Sensei muy difícil para agradar a todos.Una clase no debe ser algo con demasiada y exagerada disciplina y dureza de ambiente, sino que al contrario debe ser algo a lo que los alumnos les guste asistir relajadamente y disfrutando, que, en definitiva, es a lo que se tiende y así debe ser.Amabilidad, ligera bromas,…ayudan a que el alumno, que generalmente ha "sufrido" ya ocho horas de trabajo antes de venir al Dojo, disfrute, aprenda y se desarrolle de manera natural, progresiva y voluntaria. Pero claro tampoco se puede perder la tradicional disciplina del karate.Lo cierto es que se haga lo que se haga, nunca llueve a gusto de todos, y de eso deben darse cuenta los alumnos. El profesor de karate es una persona con interés, ideas y vocación, pero a veces puede perder parte de ello si el trato que se le da es injusto.Es indudable que el karate y su clase deben funcionar con una importante dosis de disciplina, como corresponde a un arte conjunto, estructurado, con diferentes categorías.La disciplina ayuda además al progreso e impide que la clase llegue a ser un "caos". Todo el protocolo, saludos, reverencias, permisos para entrar o salir del tatami... ayudan al desarrollo mental a través del respeto, y la humildad...En definitiva, tenemos una gran importancia como educadores de karate que muchas personas no saben reconocer y la labor difícil que ello conlleva.Por Cristina Escalona Vazquez

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